LOCALIZACIÓN Y ENTORNO

Localización

El término de este municipio se corresponde exactamente con la suma de los cinco concejos que formaban el antiguo concejo de Lamasón, posteriormente articulado bajo el nombre común de valle de Lamasón, uno de los de las Asturias de Santillana.

Con el telón de fondo de los Picos de Europa al oeste y Peña Sagra al sur, se encuentra este valle compuesto por ocho pequeños núcleos de población, próximos a la depresión del valle formado por el río Lamasón y el arroyo Lafuente.

Es el valle de Lamasón el paso natural de comunicación entre los ríos Deva y Nansa, con la importancia histórica que la comunicación interna tiene en el desarrollo económico de Cantabria.

En la Edad Media la mayor parte de sus lugares eran de behetría. A pesar de los intentos señorializadores casi todos ellos se mantuvieron en la jurisdicción de realengo y como tales elegían sus regidores y al alcalde ordinario, que administraba la justicia en nombre del Rey.

Durante los primeros siglos modernos se integró en la federación denominada “Cinco Valles de Peñamellera”. Sus procuradores participaron en la creación de la provincia de Cantabria en el siglo XVIII, de la que pasó a formar parte. Cuando se instituyeron los primeros ayuntamientos constitucionales, el de Lamasón fue reconocido como municipio independiente en la integridad, tal como ha permanecido hasta la actualidad. Aunque al principio estuvo en el efímero partido judicial de Puentenansa, desde 1835 quedó integrado en el de San Vicente de la Barquera. 

Entorno

Territorio de montaña que se extiende desde la vertiente de Peña Sagra hasta los relieves más suaves que prolongan, al norte, los dominios de Picos de Europa y obligan al río Lamasón a encajarse, dejando al sur del collado de Ozalba, muy agrupadas en el valle, las poblaciones.

Aunque pastos e invernales (con importantes concentraciones en Arria y Cotero Mosso) remarcan la transcendencia de la ganadería, nos encontramos en un área muy forestal y especialmente lo es la cabecera del Tanea que, muy compartimentada en vallejos y penales, encierra algunos de los hermosos bosques de la Reserva del Saja, entre ellos, el hayedo del arroyo de los Abedules y el abedular de Ajotu, quizá el mejor conservado de Cantabria.

Por otro lado, en el área septentrional, encontramos sobre la caliza, además de las encinas, el robledal de Venta Fresnedo, que junto a aquellos bosques representa lo más interesante de su patrimonio natural.

En sus montes, al abrigo de esta vegetación, podemos observar especies como la gineta, Ia marta, el zorro, el erizo, la comadreja, la urraca, el gavilán o el petirrojo.

En el Valle de Lamasón confluyen las estructuras arbóreas y arbustivas de influencia atlántica con los de influencia mediterránea, representados singularmente por las encinas en los escarpados calizos orientados al sur.

Desde el Deva hasta el encajamiento del Nansa, las calizas carboníferas han sido karstificadas, dando lugar en el macizo del Monte Gamonal y los Picos de Ozalba a un laberinto de hayas y peñas de escarpadas paredes, además de complejas redes subterráneas que hacen que incluso las corrientes superficiales desaparezcan, lo que provoca que las fuentes sobre esas estructuras sean frecuentes y de caudales inusuales.